Cada mañana al levantarnos y ver nuestro rostro y cuerpo en el espejo, nos cuestionamos tanto diciendo cosas como: ¿Por qué mis ojos son tan pequeños?, ¿Por qué mis nariz es tan grande?, ¿Por qué no soy más alt@?, ¿Por qué…? y ¿Por qué…?.
Pero en ningún momento nos ponemos a reflexionar un poquito más y decir: Gracias Dios porque puedo ver mi reflejo en el espejo, gracias Dios porque mis piernas están firmes sobre el suelo y puedo sentir el frío de las baldosas, gracias Dios porque puedo tocar mi rostro con las manos o simplemente gracias Dios por MI VIDA.
Todos los días hacemos lo mismo nos levantamos, nos miramos en el espejo y nos cuestionamos pero nunca agradecemos lo poco o mucho que tenemos. Y que hay de las personas que no ven, que no oyen, que no sienten sus piernas, que no tienen brazos o que sufren una discapacidad, ellos no son tan desagradecidos como nosotros, ellos son un ejemplo a seguir, pues, ellos no se dejan vencer por nada y lo más hermoso es que ellos sí valoran su vida.
¿Por qué no agradecemos más y nos quejamos menos?
La razón es lastimosamente muy simple, no valoramos nuestra vida.
Acaso debemos someternos al dicho “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”
Es muy triste pero es así como algunas personas han aprendido a valorar su vida.
Por eso no esperes que algo malo suceda en tu vida para aprender a valorarla. Solamente VALORA TU VIDA y también valorarás la de los demás.
